dilluns, 3 de març del 2008

Vacío

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Tu habitación olía otra vez a cerrado, y ese día las paredes blancas me parecían altísimas. Te contaba lo que me había ocurrido un tiempo atrás, aún presente. Iba y volvía en el tiempo, estructurando mi historia según la importancia que tenia cada escena en mi memoria. De vez en cuando me paraba para que dijeras algo. Te lo contaba todo, incluso eso, y me ardía la cabeza mientras me arrancaba las verdades de las entrañas con tenazas de sinceridad. Eran verdades demasiado crudas para que yo las pudiera digerir ni vomitar.

Me reflejaba en tu mirada, y era un niña cualquiera contando lo de siempre. Mi historia era anecdótica al lado de la tuya, que era monumental y ocupaba toda la habitación, aunque fuera la misma que la mía. Hablaba y a media frase dejaba un silencio, como diciéndote que me daba cuenta. No hacia falta seguir con aquel teatro, era absurdo que te estuviera contando todo eso, a ti, allí, a las siete de la mañana.

Me mirabas vagamente, como si no me distinguieras de la pared de tu cuarto, aún con algo de droga en la sangre. Cerrabas los ojos y asentías, como quien ya sabe de lo que le hablan. De vez en cuando ladeabas la cabeza hacia tu portátil para entrar en algún fotolog, y yo me quedaba hablando en el vacío.